Historia del Departamento

La primera fase (desde la fundación en 1934 hasta alrededor de 1957) corresponde al período de las Misiones francesas, en el cual se solicitaron a los profesores franceses para establecer los lineamientos básicos del curso y para formar a futuros profesores. La segunda fase (entre 1958 y 1968) se refiere a la consolidación del trabajo del Departamento que brinda especificidad en el contexto filosófico-universitario del país. Con base en la diversa y confluente influencia de Granger, de Guéroult y de Goldschmidt se establecieron estándares técnicos y críticos para el trabajo filosófico y el diseño académico, facilitado por la postura política abierta de los entonces catedráticos João Cruz Costa y Lívio Teixeira.

La tercera fase comienza con la crisis política de 1968 cuando hubo revocaciones que pusieron en riesgo la propia supervivencia del curso. La Reforma Universitaria implicó un riguroso diseño curricular en el grado con la introducción obligatoria de asignaturas y el cumplimiento de lineamientos cuantitativos de formación (créditos).

El estilo de trabajo, que se consolidó en la mencionada segunda fase, delimitaba objetivos de formación técnica y crítica para la graduación y estaba centrado en un enfoque analítico de la Historia de la Filosofía con el propósito de brindar herramientas teóricas para que los estudiantes comprendan la lógica interna de los sistemas filosóficos. El interés general consistía en prepararlos para la investigación bajo los estándares de la reciente historiografía francesa. Antes de la Reforma Universitaria, se realizaba este trabajo de manera intensiva, ya que el plan de estudios constaba de pocas asignaturas, de poca carga de trabajo semanal, y que se impartían durante un año. A esto se sumaban estrictos requisitos cuanto a la carga de lectura y el trabajo en profundidad con los sistemas y autores tratados en las asignaturas.

Con la Reforma Universitaria, los objetivos se mantuvieron definitorios de la naturaleza del curso, pero los requisitos para alcanzarlos se volvieron cada vez más difíciles por diversos factores. En primer lugar, se debe tener en consideración la necesidad de introducir nuevas asignaturas obligatorias y optativas, la ampliación de la carga horaria semanal y semestral, que establecía el sistema de créditos que entraba en vigor. Estas modificaciones limitaron la posibilidad del trabajo intensivo de la manera descrita anteriormente. Además, el aumento de plazas, requerido por las circunstancias históricas de principios de los años 1970, la unificación del examen de admisión y el deterioro de la secundaria son otros factores que dificultaron la conciliación de los objetivos del curso con las condiciones concretas de los ingresantes.

En el actual contexto, la preparación para la investigación se contrapesa con otros dos objetivos: la formación profesional del profesorado de Educación Básica y la formación complementaria de los estudiantes de otras áreas, graduados o no, que buscan el curso. No obstante, no consideramos que deba haber una separación drástica entre la preparación para la investigación y la preparación para la docencia en Educación Básica, sino un equilibrio entre los dos propósitos principales del curso para no discriminar ninguna de las opciones de los estudiantes.